DIÁLOGO INCONGRUENTE
Otro poema sobre los poemas.
DIÁLOGO INCONGRUENTE
Las palabras son tan poco.
Ay de los poetas,
que las aprecian y las acarician
como si fueran sus dulces meretrices.
A veces, llego a pensar,
hasta copularán con ellas.
Por las noches,
cuando cae la lluvia lodosa,
cuando la miseria nos trae poemas
a la mente,
porque no hay peor prisión
que el cuerpo
y su prisión que es el mundo,
imagino que el poeta sitibundo
meditabundo
tomará una palabra ajena,
la observará con cuidado, supongo,
le dará caricias propicias,
la agasajará con más palabras que regalos
(técnica acaso vana);
la convencerá, por fin,
luego de jugar un papel
en la dialéctica dramática de la retórica,
de una cópula infame,
vedada al hombre solo,
al ruidoso;
destinada al engullidor de silencios.
me figuro, finalmente, la
palabra, despojada
de su virtud y sus vestires albos,
cándidos,
olvidada por el ingrato poeta
que habrá tornado después,
ya bien lo creo,
a devorar ávidamente
la materia ruda de que se compone el silencio.
DIÁLOGO INCONGRUENTE
Las palabras son tan poco.
Ay de los poetas,
que las aprecian y las acarician
como si fueran sus dulces meretrices.
A veces, llego a pensar,
hasta copularán con ellas.
Por las noches,
cuando cae la lluvia lodosa,
cuando la miseria nos trae poemas
a la mente,
porque no hay peor prisión
que el cuerpo
y su prisión que es el mundo,
imagino que el poeta sitibundo
meditabundo
tomará una palabra ajena,
la observará con cuidado, supongo,
le dará caricias propicias,
la agasajará con más palabras que regalos
(técnica acaso vana);
la convencerá, por fin,
luego de jugar un papel
en la dialéctica dramática de la retórica,
de una cópula infame,
vedada al hombre solo,
al ruidoso;
destinada al engullidor de silencios.
me figuro, finalmente, la
palabra, despojada
de su virtud y sus vestires albos,
cándidos,
olvidada por el ingrato poeta
que habrá tornado después,
ya bien lo creo,
a devorar ávidamente
la materia ruda de que se compone el silencio.
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