Thursday, March 12, 2009

Aquis submersus




L'odeur du café était une géographie
Mahmoud Darwich


Fulgurantes comienzos.... Débuts fulgurants, a fresh start,
Algún día un escritor famoso y una pluma vendida,
tal vez sed,
pero sin precipitación, sin afán.
Normale, traduction, mechanical situations repetitions, débuts fulgurants
Una estrella fugaz,
siempre persiguiendo, la huida, brutto tempo,
Mucha pretensión,
como los ochos vasos de agua al afán
Otros mitos y verdades
o el agua o el jugo que tomaba al volver del colegio,
qu'est ce que cela peut signifier qu'une femme soit belle?
Creo que pasaba así:
el tren tiene vidrios anchos
Avanza como cae la lluvia (la palabra gravidez)
Cae la lluvia y tengo que soportar ese tipo
de experiencias,
En los vidrios chorrea el agua, el tren pasa casi sin detenerse,
pero en un tiempo espeso, el tiempo congelado y descongelado,
en la estación, viajar es tal vez mi modo de ser, entonces, todo parece
ideal, la mecánica, no entiendo ni un solo instante,
ver tu rostro a través de las ventanas del tren, su rostro,
sus ojos oscuros, cabellos oscuros, oscuros, en el azul de la tarde, el agua...



Solo puedo pensar en trenes,
trenes abandonados como en el sueño,
Extendidos,
extendiéndose con ese fustigar de látigo,
pero húmedamente sumergidos en un acuario, entran en el agua como algo grande que muere, neutro,
y un olor de cloro entre los vidrios, entre las venas, las estrías
frígidas, la voz hialina como un baile, en salto:
Pulsan las sabanas sonoras, atormentadas como toallas que exprimen
en la soledad del baño del club social,
la mesera en el baño entre las paredes blancas que se tiñen de azul,
un azul de piscinas, de fragmentos de luz ciega y celular,
(reflejos en las células y el plasma del agua
y un olor de cloro como un hospital,
siente una suciedad, sus manos parecen manchadas de tinta espesa,
de un azul tan oscuro que es peor que el negro
por el reflejo opaco, boca abierta
su mente en el tren, todo el baño una cápsula y una sala de espera)


Hoy alguien espera en las salas vacías, qué esperan
los espectadores en las salas de cine, en las salas de teatro
que de un segundo a otro quedan desiertas,
un parpadeo, demóftero antidemiúrgico? qué esperas en el baño
después de labiales y de sombras en la tarde que cae azul y pálida como el agua
azul como un experimento, azul como el fin,
la capa azul de la belleza y de la muerte,
un montón de hombres arrasados en un abrir y cerrar de ojos
del mundo y de su superficie,
por el silbido macizo del tren
estolas venas hiatos espacios intravenosos sin la carne de la vena
vida nerviosa, nervios como trenes, trenos,
un ahogo y un llanto posible
pero lo callas.
Una estación de trenes, en el vacío que
separa el camino de mis pasos
de las sendas de gotas de mis intenciones,
vía férrea,
y sobre todo esto, cáscaras huecas se agitan,
los guijarros, la tensión eléctrica, las casas,
vía férrea,
en el camino que conduce--y solo conduce--o que une dos puntos
(no pensar matemáticamente cuesta, dolorosamente)
estación de ferrocarril,
roca de granito,
caos granítico,
en la planicie del café, de los sombreros vacíos, de la sonrisa
en el marco de la vitrina


El hotel parece, el club social,
dislocación de bandejas, pasabocas,
caviar chorreado en una cópula de tinta y tentáculos,
el hotel, el club social, una estación futura sumergida en el agua,
entre el estruendo de los trenes subterráneos, submarinos,
(si es así, quizá la caída de la noche sobre la tierra con todas sus piedras,
es su negativo:

ÉPODO

Pero esa muchacha,
inquilina de un baño donde seca sus cabellos con la toalla,
azul arrugada, sobre un fondo de losas antisépticas,
llenándola de tinta espesa e indeleble de brillo metálico,
que marea hasta las nauseas,
quieres seguir bebiendo tinta azul, crees que el tintero es un mar
o un vino.)


Fotografías: David Hockney, Savings and loan building; Max Ernst, Aquis submersis; Charles Sheeler, Classic Landscape; David Hockney, Portrait of an Artist (Pool with two Figures); Edward Hopper, New York Office

Friday, July 20, 2007

Vaivén

VAIVÉN

Pasado un tiempo, ya no duele,
pero siempre vuelve,
como el oleaje.
Estoy empapado en sus aguas
turbias y saladas,
pero aparento
estar seco, ser una piedra
que el viento
erosiona,
no ser este trapo viejo que enjuga
todas las penas.
Vuelve el recuerdo, nada
lo detiene;
en mí, permean, despacio,
las aguas, el río, el mar, la nada —todas las aguas.

El arquetipo de las cosas

Thursday, July 19, 2007

JULIO ES OCTUBRE

JULIO ES OCTUBRE

A Eva

Condúceme, soy tu vehículo derrelicto,
tu carro infernal y fúnebre;
negro, como un cirio;
muerto, como un muerto.

Sé mi laberinto, mis muros, mi túnel.
La luz me ha vuelto huraño;
ahora vuelvo a lo oscuro,
a la húmida gruta de la esencia.

Dame tu mano, pequeña y de dedos cortos
que alarga un dolor de seda; que yo
he de morir en ti esta noche.

Porque ya no quiero conocerme,
porque soy un pobre cirio negro
que ha de morir en ti esta noche.

Wednesday, July 18, 2007

Imperativo poético

El poeta es un taumaturgo, un invocador.
Alienta con la voz la voz. Palabras pobres.
El poeta es un demente solitario
que confunde dos mundos de fondos distintos,
dos esencias incompatibles,
y quiere, como el chamán, alzadas las manos
de dedos alargados hasta tocar casi
la esfera sutil del sol
(Apolo, Apolo; guerra, arte)
hacerlo brillar más o menos al expirar.

El poeta ordena como un dios
en tono imperativo,
pero el mundo no hace caso
y calla, calla con profusión.

El poeta es alquimista: quiere
forjar el oro del verbo con su lengua,
pedazo de plomo bruto, incoherencia del mundo.
Y, como el alquimista, es el poeta
fracaso, dolor, imposibilidad completa.

El poeta ordena como un dios
en tono imperativo,
pero el mundo no hace caso
y calla, calla con profusión.

El poeta es un suicida lento,
un asesino de un hombre sin nombre;
su arma final, la poesía.

El poeta ordena como un dios
en tono imperativo,
pero el mundo no hace caso
y calla, calla con profusión.

¿Qué es Roberto Bolaño?

Vuelvo. Me había cansado del computador, pero ahora vuelvo. He estado muy ocupado. Aquí va un ensayo escrito de manera acelerada sobre un escritor que cada vez me deja más sorprendido, a pesar de algunos problemas que tengo al leerlo (su dejadez en la gramática, por ejemplo). Aquí va, pues.

¿Qué es Roberto Bolaño?
La pregunta es "¿qué?" y no "¿quién?" porque, si bien un diccionario futuro (no sé si ya exista uno con su nombre en el índice, imagino que sí, pero sigamos con nuestra hipótesis), si bien un diccionario literario futuro, en la entrada "Roberto Bolaño" podrá darnos información acerca de algún chileno esquivo que participó activamente en el ámbito literario aproximadamente desde la década de los setenta (en Chile y en México) hasta los noventa y los primeros años del siglo XXI (principalmente en España, pero también en Francia y un gran número de países), lo que me interesa a mí es definir su personalidad como escritor y, acaso, del mismo modo, si es posible, definir su personalidad real como ser humano, que no es lo mismo.
Tomemos un ejemplo admirado por Bolaño, uno de sus maestros más famosos en lo que concierne la creación literaria: Jorge Luis Borges. ¿Qué diferencias se trazan entre ellos? ¿Qué similitudes los acercan? A esto último respondamos con brevedad: cierta herencia en el estilo, las frases contundentes y perturbadoras, los misterios, los silencios, una fascinación por la literatura metaliteraria... Digamos, para resumirlo todo de manera mediocre, que Bolaño retoma temas o, mejor, propuestas borgianas (como la elaboración de catálogos de libros inexistentes, similar a una anécdota sobre Paul Masson--quien inventó títulos de libros inexistentes, luego incluidos en el catálogo de la Bibliothèque Nationale--que Colette inscribe en su diario) y las hace realidad. Borges propone matemáticamente la idea de una Biblioteca Total; Bolaño emprende el descabellado proyecto de llevarla a cabo en la literatura (es un ejemplo falso, que ilustra, sin embargo, situaciones variadas de imitación, esa "fascinación" ya mencionada, por la abreviación de las obras, por catalogar, por resumir, por completar).
Otro ejemplo, verídico esta vez. Borges resume en pocas páginas una supuesta novela en lengua inglesa (The Approach to Almutasim), y hace de dicho resumen un cuento, una ficción propia, a otro nivel. Sobrepasa el plano de la simple creación de situaciones, sobrepasa la historia como objetivo. Crea, pues, la ficción de una ficción, la ficción de la obra. Crea objetos, más que situaciones; cosas concretas, más que movimiento; detiene el tiempo al darle cuerpo a uno de los objetos de un mundo no verdadero. Toda novela realista se quiere una posibilidad del mundo, el resultado potencial de una situación existente, como nos dice Barthes (Le degré zéro de l'écriture). Se trata, en el caso de Borges, de crear no solo el mundo, la narración, sino una de las obras de ficción de aquel mundo. El autor desaparece como cualquier fantasma: su historia no importa. Es la historia de su historia lo que se quiere contar. Contar, por lo tanto, las historias posibles. Y, es el objetivo principal de Borges, de manera abreviada. En eso radica su novedad.
La de Bolaño, por otro lado, agrega a la simple obra (la de El acercamiento a Almotásim), la vida de artistas imaginarios, tal y como Borges lo hace con Pierre Menard autor del Quijote (aunque, de nuevo, en este caso, el trabajo de Borges se centre más en la obra de Menard que en su vida de doble de Paul Valéry, principalmente porque quiere mostrar que la identidad se desdibuja en la obra). Para Bolaño, por el contrario, importa la vida de los autores. Y los suyos son, casi siempre, autores radicales, terribles, salidos de las proporciones normales de la razón.
No son grandes escritores. Se trata de nazis, pero de nazis latinoamericanos o norteamericanos. Es decir nazis que ignoran todo del nazismo. Gente retrógrada, amantes de la utopía, de lo irreal, del sueño del poder (y cuya literatura logra fascinarnos, contada y resumida por Bolaño, como no lo haría si fuera leída directamente).
No es de extrañarse que, en el prólogo de Estrella distante, prolongación del último capítulo de La literatura nazi en América, Bolaño cite el nombre de Menard, como principal inspirador de su obra. En efecto, igual que Menard, Bolaño está cometiendo, con Estrella distante, un plagio de su propia obra. En realidad, es un supesto plagio a un amigo suyo, Arturo B (Arturo Belano, alter ego del escritor en varios de sus escritos: Llamadas telefónicas, Los detectives salvajes). Varias frases, varios párrafos se repiten.
Quizás el escritor chileno esté tratando de llenar sus propios vacíos, quizás es solo obsesión, o remordimiento o culpa. En todo caso, al plagiarse, al aumentar su texto, está enriqueciendo los objetos de ficción que este contiene: las obras de Carlos Wieder (o Carlos Ramírez Hoffman como es llamado en La literatura nazi), sus hechos, su vida. Está amplificando, está creando, está enriqueciendo su mundo.
Y es que de esto se trata la obra de Bolaño. ¿Qué es Roberto Bolaño? Es crecimiento, es vida que pulula, es literatura que procrea, que engendra literatura. El autor poco importa, es el libro lo que toma vida, el libro es la vida verdadera. Aquí, pues, es donde encontramos el otro punto de divergencia entre alumno y maestro, entre Bolaño y Borges--una sombra de cuyo manto influyente es difícil escapar (sombra en muchos sentidos: la ceguera, la estampa, la voz, el estilo, los temas, la fama, la fuerza, el todo--el Elogio de la sombra es ya un título pesado para la herencia del argentino): la cultura de referencia.
Borges es un clásico. Es más, es un clásico inglés. Su personalidad está en los textos anglosajones del siglo XVII, como los de su admirado Thomas Browne, o en el Quijote, en la Divina Comedia. Borges habla con más cercanía de Dante, de Virgilio y de Homero que de las revoluciones de su tiempo como la generación del 27, el surrealismo, el realismo mágico, temas y movimiento que, probablemente, desprecia. Borges es un escritor barroco en todo el sentido de la palabra, aunque sus textos se hayan depurado del estilo preciosista que cultivaba en sus primeras etapas como narrador. Borges es barroco, pero extremadamente ordenado (aparente contradicción).
Bolaño es, en cambio, antibarroco y caótico. Bolaño hace parte del nuevo arte, el de Dubuffet, el de Artaud, el de Raúl Gómez Jattin en Colombia por ejemplo, quizás el de Fernando Vallejo o hasta el de Sade: su lenguaje es el del escritor excremental. Sus obras son expulsiones mal digeridas de su ser. Son abortos que continúan vivos. Como decía Artaud de sus obras finales, sus dibujos o sus notas: "Aucun n'est à proprement parler une oeuvre. Tous sont des ébauches, je veux dire des coups de sonde ou de boutoir donnés dans tous les sens du hasard, de la possibilité, de la chance ou de la destinée."
Vida, violencia, golpes, búsqueda. Como interpreta Évélyne Grossman de dichas "no-obras": "leur force n'est pas encore retombée en forme arrêtée, dépôt stratifié de la mort." Esto puede ser dicho principalmente de Los detectives salvajes, obra sin lugar a dudas fuera de lo común, violenta y desestabilizadora. Pero también de muchos de sus cuentos. Principalmente, el detalle clave se encuentra en la redacción de los textos. No sé cuánto se haya tardado Bolaño en redactar un texto relativamente breve como es Estrella distante. Otra cosa sí sé, que no se detuvo a corregir la gramática. Parece que nunca lo hace. Y quizá ya no sepamos nunca la respuesta a esta duda que surge. ¿Lo habrá hecho a propósito (gesto que da mucho que pensar)o involuntariamente (cosa que no hace reflexionar menos)? Se sabe también que Bolaño admiraba en Philip K. Dick, la potencia literaria, la intención literaria, la fuerza de un pensamiento por encima de los cuidados de la gramática. Oponía, respetuosamente, la sensación que deja, por decirlo, un Nabokov, que es de estilo, a lo que resulta de la lectura de Philip K. Dick: un contagio de pensamiento. Lo del estilo (que es la personalidad misma del autor como dice Barthes), como término preciso, es refutable. No así el argumento en pro de una literatura visceral (el grupo de poetas de Los detectives salvajes se llama, de hecho, realismo visceral), que resulta de gran interés para nuestra cuestión: lo que importa es el mensaje, no la forma, la fuerza, la verdad, (¿el grado cero de la literatura?).
Antibarroco, nuestro Bolaño, y anticultista. Borges no comentaba públicamente sobre sus contemporáneos, excepto a algunas excepciones gloriosas (Faulkner como novelista, Frost y Yeats como poetas, Valéry y Eliot como críticos, cf. Textos cautivos in Obras completas, IV, Emecé). Algunos dicen que ni los leía, lo cual es probablemente mentira. Borges había leído una cantidad impresionante de libros: un elogioso admirador (como yo), le habría dicho, acaso para su disgusto, que había leído su Biblioteca de Babel. Bolaño, también lo ha leído todo, pero, al contrario que el escritor de El Aleph, habla de ello cada vez que tiene la oportunidad. E inventa lo que no ha leído. En un solo cuento, podemos esperarnos a encontrar una lista de nombres de autores (en su mayoría desconocidos para el lector normal) que reducen a cualquiera, principalmente si e trata de un literato, a aceptar su ignorancia. Y no creo que sea un acto pretencioso de parte del chileno: si consideramos que se leyó un mundo entero de filosofías y literaturas de diversa índole, no olvidemos que un planeta literario se sitúa en un universo literario y que, como aquel, existen millones de mundos más todavía por leer.
Pero el interés mayor de la obra de Bolaño se encuentra precisamente en que la literatura descrita por su obra es, muchas veces, una corriente menor, extrema, borderline, de la literatura en su totalidad. La literatura nazi, la literatura bárbara, la ciencia ficción (Bolaño leía a Theodore Sturgeon con admiración), los fanzines... Cada uno de esos géneros y subgéneros literarios, sean productos (excrementos, obras) de seres admirables (Juan Cherniakovski, el poeta socialista muerto como un héroe en el último capítulo de La literatura nazi en América--llamado Juan Stein en Estrella distante) de "infames", como Carlos Wieder, de personajes mediocres (Enrique Martín o Henri SImon Leprince de Llámadas telefónicas), se relacionan a la literatura, en el fondo, porque son expresión de lo profundo. Todos los mundos, parece decirnos Bolaño, son capaces de cosas cercanas a la literatura, pero la idea no debe estar enferma en su grado humano, para que el resultado no sea mediocre ni demasiado real, porque entonces ya no hay arte (es decir, transformación), sino equívoco, mezcla de dos mundos que no se pueden unir: el fracaso de los escritores bárbaros nace de su puerilidad. Digamos, con Barthes, que Alberto Ruiz-Tagle (Carlos Wieder) no logra realizar un arte porque su arte no trae consigo una cuestión moral (un propósito): es puramente un acto sangriento, vital, pero en vez de impulsivo, racional. La vida y el arte son mundos complementarios, mas no uno solo. Uno está incluido en el otro y eso representa, en despecho del mundo mismo, un abismo insalvable para su comunión. Más que comunión, debe existir, pues, comunicación. Ese es el ideal literario.
Finalmente, creo que es necesario darle un lugar al escritor en sí. No a Bolaño, ni a Belano, ni a B, ni a Borges o al autor de estas líneas mediocres, sino a lo que piensa Bolaño del escritor (más scripteur que écrivain, como hemos visto).
El artista de Bolaño, como Pigmalión, está solo. Su compañía es errática: va a la deriva, la pluma, la poesía, como dice el poeta Gómez Jattin, es la única compañera, aunque esté llena de cuchillos, aunque hiera, cual melancolía de César Vallejo ("saca tu dulce pico ya, no cebes tus ayunos con mis trigos de luz").
Olvidemos, por un momento, nuestra crítica de los artistas sangrientos que terminan por no ser nada más que sádicos sin mucha lógica mas con muchísima razón fría y bastante sangre fría. El artista, sobre todo el artista latinoamericano, es el detective. Solo, o en pareja, recorre el mundo buscando una verdad que siempre lo esquiva: la verdad sobre sí mismo. En esa búsqueda, trata de utilizar como espejo la literatura, método de diversa y sospechosa eficacia.
Pero, ah, igual a quién le importa, Bolaño es el que es, su literatura es la que es y yo estoy muy cansado a esta hora como para ponerme a terminar este ensayo pendejo con frases elaboradas y conclusiones tripartitas.

Monday, February 05, 2007

Hay Festival 2007

He vuelto.
Como dice Neruda (no quiero irrespetarlo con esto), "Preguntarán:" ¿dónde estaba?
Responderé: para la envidia de muchos y para mi gran placer, me la pasé estos últimos días en Cartagena, asistiendo a varias (y variadas) conferencias que tuvieron lugar durante el Hay Festival. Bueno, también estuve haciendo algunos trabajos de traducción por allá y me quedé bastante tiempo. Tiempo que, obviamente, no podía utilizar en el blog: tanto trabajo me dejaba agotado. A pesar de mi voluntad de agarrar un computador y comunicarme con los pocos lectores de este blog, el cansancio me agobiaba cada noche y, justo antes de tumbarme a dormir como una bestia casi moribunda o un oso antes de la hibernación, lo único que podía hacer era pasar páginas de algún libro fascinante de Rimbaud.
El festival es maravilloso. No solo es una oportunidad para aprender y disfrutar del saber de los grandes autores, sino que, además, es un espacio para la interacción entre el público y el "histrión", por llamarlo así, que, normalmente, le está vedado. Recuerdo haber conocido a un par de personajes (o más) muy estrafalarios e intrigantes, haber hecho preguntas sin cesar a todos los autores que me hacen dudar de mi propio talento por la impresionante talla del suyo, pero, sobre todo, recuerdo haber sido feliz.
No puedo dejar de recomendarles la obra grandiosa de Wole Soyinka, el autor nigeriano, cuyos poemas, acompañados de la lectura que, magníficamente, realizó de uno con su voz de trueno, profunda, fortísima, sorprendente, traslucen cierta verdad que sabe a tierra, a vejez del mundo, a tiempos antiguos y a un presente deshilachado y reducido a cenizas.
Poco me queda por agregar salvo la recomendación que cualquier asistente les haría: si tienen alguna vez la oportunidad de asistir a tal evento, no lo duden por un segundo. Probablemente me encontraré también en el Congreso de la lengua (y no solo porque ya extraño Cartagena de una manera inusitada)... Lo único que me impediría (los fustigaré con un pésimo malabarismo de vocablos) asistir al congreso serían mis ingresos... (Lo advertí.)

Tuesday, January 16, 2007

Lamento de Orfeu no morro

Lamento de Orfeu no morro

a Eva, sinónimo único de mi vida

Te recuerdo en esa noche
de verdad absoluta
en que te fundías con la oscuridad
y yo no te veía
ni quería verte.

Ni una vez torné a mirarte.

Estabas fresca, como
si hubieras apenas nacido.
Avanzábamos en lo oscuro
con inocencia.
Yo sentía tu mano trenzada en la mía
en yerbajos verdinegros
de sabor a eternidad y a otras cosas
que ignoro;
como lo oscuro.

Ni una vez torné a mirarte.

Las paredes de roca escarpada
nos ceñían.
Con timidez jugué con los dedos
en los encajes de tu corpiño negro.

Ni una sola vez torné a mirarte.

Te desnudé
automáticamente
los ojos posados en el camino que no veía.
(Cadencias que se lleva el viento
y ritmos de pies corredores
sobre la roca hueca y el barro)

Ni una vez torné a mirarte.

Sentí tu desnudez
en mi espalda fría
y, en la oscuridad, me ardieron tus pechos,
frutos negros porque no los veía,
hinchados deliciosamente
y en mi mente eran negros portadores
de ámbares sangrientos de sangre negra
de verdad y delirio
de amor

Ni una vez torné a mirarte.

Tu cuerpo cabía en la palma
de mi mano errante,
mujer amada;
te besaba los labios
con los dedos fugitivos;
con las yemas permutaba acordes
de la lira, en ti;
y tú eras mi lira, mis cuerdas, mi guitarra.

Ni una vez torné a mirarte.

Luego la luz me cegó
proveniente de un nefasto horizonte.

Ni una vez torné a mirarte.

Y supe que el atardecer nacía en tu cuerpo rojeciente
porque vi que el sol se alzaba en el horizonte
(fénix de sangre).

VI, tornando a mirarte por fin,
tu rostro de durazno
y tú forma de día
y desapareciste Eurídice,
llevada por la sombra del sueño
de un hombre que despierta
en un monte, abandonado.

Eduardo Roca, El arquetipo de las cosas

Saturday, January 06, 2007

Acerca de mis libros/ Agradecimientos

Respondo a un comentario anónimo del 17 de noviembre del año pasado. Le pido disculpas, de antemano, a quien lo publicó hace tanto tiempo y a quien he dejado esperando. Mi única excusa, como siempre, es el trabajo.

El anónimo amigo me preguntó: "No he visto libros suyos en México, ¿sabe si hay alguna edición para acá? Saludos y Felicidades." Lastimosamente, no hay edición para México de mis obras que, todavía, son un tanto marginales, en parte porque soy un escritor bastante nuevo y hace poco empecé a publicar. Además, pienso que la calidad de mis trabajos debe mejorar mucho. La literatura es un arte y no debe tomarse a la ligera. Quizás no sea un adepto exagerado de Boileau, pero su consejo (que es más una orden), "Vingt fois sur le métier remettez votre ouvrage/ Polissez-le sans cesse et le repolissez ;/ Ajoutez quelquefois, et souvent effacez", no deja de ser válido. Las opiniones de Borges y de la crítica literaria moderna sobre la censura, según las cuales es un medio útil que determina, en gran parte, la calidad de lo que el mundo conocerá como grandes obras, lo son, igualmente.
Si me hubiera fijado antes, tal vez habría podido pasar por México y encargarle a unos conocidos que le entregaran uno de mis volúmenes. Ahora solo puedo lamentarlo.
Agradezco también a quienes de seguro han sido fieles a este weblog, como Mariakblu, cuya ortografía absurda me divierte (no quiero ofender) y cuyos comentarios me alegran, a Schahêb por su insistencia y su apoyo amigable (un comentario irrelevante: hablando de amistades, la palabra "amicicia", sinónimo del sentimiento de amistad, es muy curiosa) recientemente, a kikilika, de quien, según parece, sabré más, muy pronto.

Sobre "La tejedora de coronas" de Germán Espinosa

La prosa de Germán Espinosa, como reza el epígrafe de su novela Sinfonía desde el Nuevo Mundo (el epígrafe es una cita de Francis de Miomandre), est un vin enivrant. La fuerza de sus largas frases monologales, la impecabilidad del lenguaje, la cultura del autor, apabullante, nos llevan a un estado de vértigo puramente deleitoso, nos deposita en otra esfera, en un mundo donde despertamos del sueño de la razón a la conciencia plena de una razón más grande en sus divagaciones "astrales" --y acaso absurdas-- que el mismo sueño. Las divagaciones filosóficas y existenciales pueden fluir tranquilamente, sin parecer simples ufanaciones y, lo más importante, sin herir la coherencia de la narración --esto es, haciendo del arte un arte pensado y profundo, que no deja, jamás, de ser arte.
Podría comparar el estilo magnífico de Espinosa con la mujer casi salvaje de un poema de Baudelaire. Viene su prosa a mí,

...pour troubler le repos où mon âme était mise
Et pour la dégager du rocher de cristal
Où, calme et solitaire, elle s'était assise...

Una novela de Germán Espinosa, pues, est un vin enivrant.
Entre las que he leído de su Autoría (ya verán el doble sentido), me obsesiona especialmente la más famosa, alabada por la crítica francesa, La tejedora de coronas. Increíble historia de la, en apariencia, simple Genoveva Alcocer, personaje representativo de la mujer libre e inteligente. El solo personaje de Genoveva, la tejedora de coronas, es una reivindicación de esa mujer de corte "feminista", aunque sin aspiraciones de lo que se llamaría hoy "feminismo", ni teorías imaginativas y forzadas. Se trata, al contrario que en el caso del feminismo puro, de un ser que vive naturalmente tanto su feminidad como su igualdad (o, en muchos casos, su superioridad) con el hombre. Puede que los otros personajes, los "machos" (y esto incluye al buen Voltaire), la vean como a un ser sorprendente, sí, pero inferior.
Es curioso cómo la cuestión de la igualdad funciona en desplazamientos al interior la novela. Genoveva no es inferior a los hombres y no se siente inferior. No es sumisa sino rebelde. En cambio, el pueblo americano, el pueblo de Cartagena, está lleno de bestias de cabeza gacha que obedecen ciegamente a lo que ordenan las metrópolis. No utilizan, como Genoveva, sus "luces" para combatir la ignorancia, la creencia en la brujería, la superstición del oscurantismo.
A propósito de la crítica "espinosiana" de la ignorancia, recuerdo que, durante un lanzamiento, el autor recordó que, luego de la publicación de Los cortejos del diablo, "romance" sobre la época de la Inquisición en Cartagena de Indias, se le acusó de anticristiano. La novela, ciertamente, critica profundamente el funcionamiento de los sistemas eclesiásticos. Tal crítica está presente también en La tejedora de coronas. Sin embargo, la sola figura del papa Benedicto XIV, que nos recuerda, de algún modo, las nostalgias renacentistas de Nietzsche al exclamar que "das Christentum saß nicht mehr auf dem Stuhl des Papstes! Sondern das Leben! Sondern der Triumph des Lebens! Sondern das große Ja zu allen hohen, schönen, verwegenen Dingen!" ("¡El cristianismo no estaba ya sentado en la sede papal! ¡Solo la vida! ¡Solo el triunfo de la vida! ¡Solo el gran "sí" a todas las cosas altas, bellas, audaces!", Der Antichrist), tal figura nos aclara, como lo hiciera Espinosa en persona el día de aquel lanzamiento, que el mensaje del autor no es destructivo, que no ataca una doctrina, sino el mal uso de ella. Es el sujeto, el culpable, el hombre de las tinieblas quien busca ese horror. El demonio verdadero de Los cortejos del diablo, no es siquiera el inquisidor Mañozga, sino su ceguera de poder, su propia locura que, como el Sueño de la razón de Goya, produce monstruos nefastos, quimeras, las brujas que atormentan al viejo inquisidor luego de la inmolación de Luis Andrea, adorador de Buziraco. La crítica de Nietzsche vuelve a ser válida aquí: "Ein religiöser Mensch denkt nur an sich" ("Un hombre religioso solo piensa en sí mismo"). Es el egoísmo del cristiano lo que critica el filósofo del martillo, es su primera violencia contra la libertad del ser: la violencia del "mediocre" y "zafio" contra el "hiperbóreo", el genio filológico y médico que cura las enfermedades y da libertad a la razón, quien, des champs donne à son coeur la clé, decía Verlaine. Es, en todo caso, el acto de "violación", de impedimento, de bloqueo a la libertad, la que hace del inquisidor un monstruo. En tal punto de la encrucijada se encuentran Nietzsche y Espinosa, tan diferentes, no obstante.
Nosotros, en estos tiempos del presente, vivimos en otra suerte de oscurantismo, aun si los grandes poetas y escritores de la América Mestiza han sido (y son) también grandes eruditos. Se trata de un oscurantismo que proviene de nosotros mismos: nosotros, al adoptar una posición quietista y estúpida, al dejar que los gobiernos y los sistemas eclesiásticos (o de cualquier tipo) dominen nuestra vida, andar obcecados, obstinados en opiniones retrógradas, evitamos nuestro propio progreso, como árboles hervíboros que devoraran sus propias raíces y troncos.
La lucha intelectual de Germán Espinosa y la calidad de su arte hacen de él uno de los autores más necesarios, verdaderos, profundos y transformadores de la literatura colombiana. No solo eso, también de la vida. Recordemos, para terminar, la dedicatoria a Juan Manuel Roca de su Sinfonía desde el Nuevo Mundo:

Para Juan Manuel Roca,
la perfección de cuya poesía
se defiende del trivial elogio.

Lo mismo podemos decir, sin temer reproche alguno, del "canto bronco" de este gran "romancerista."

Cuadros de Aztecas

Cuadros de Aztecas
Haiku

Quetzalcoátl

I

Fugitivo el dios
con sus recuerdos de la
llama incesante.

II

Ardía la noche.
Quetzalcoatl volaba
en el silencio.

III

La bola errante
del juego de los dioses
cae de nuevo.

IV

El cielo urdido
de estrellas (¿o de seres?)
nos ha observado.

V

En la pirámide
escalo los peldaños.
Hay luz de luna.

VI

Esa serpiente
viste escamas de plumas
y me rodea.

VII

Laguna tímida
de blanco y rojo y negro
y de amarillo.

VIII

¡Ah, Kukulkán,
Quetzalcoátl guerrero,
bebe la sangre!

IX

Bajó tu hermano
en telaraña negra
a enloquecerte.

X

Jaguar; serpiente.
Batalla entrelazada.
¿Es sexo o muerte?



Nezahualcóyotl
Umdichtungen (versiones de traducción) de varios poemas, en haiku.

De "Yo lo pregunto"

Yo lo pregunto:
¿Se vive acaso con
raíz en la tierra?

De "Yo lo pregunto"

Grietas en jade
y oro, rasgada pluma
de quetzal verde.

De "Yo lo pregunto"

Nada en la tierra,
nada aquí es para siempre.
Solo, aquí, un poco.

De "Estoy embriagado"

Yo pienso, digo:
"Si yo nunca muriera,
si no muriera."

De "Lo entiende mi corazón"

Comprendo al ver
la flor, al oír el canto.
¡No se marchiten!